¿No ves que soy estrábico?

Y es salir a la calle, medio lloviendo, abrigado a modo de cebolla con destino la casa de uno de tus colegas andando por una calle tan vacía como llena, sin ganas de toparte con nadie, por que para ser sinceros, no me gusta nada tener que saludar a la gente. Llegar a susodicho portal, llamar y esperar, y esperar, y ver que los cabrones que tienes como amigos son tan perros que no pueden ni levantarse de un mullido sofá.

Subir, sentarse en el suelo, ver la parte final de trainspotting y disfrutar de unos 30 minutos de tonterías relacionadas con la película. Que si ahora sacará la espada láser, que sí esta música está to' potente y semejantes gilipolleces... Y en calle está cayendo la una de la hostia.

Fumadores a las ventanas para no dejar residuos, algo más que tabaco en los cigarros liados en las bocas de adolescentes medianamente frustrados. Si no fuera por que es ilegal no lo haríamos, seguro, es como pintar en la pared, nuestro arte urbano es ilegal y es eso lo que lo hace tan especial... ¡Tú! Que son las 22:30... Y yo tengo que irme a cenar a casa que no estoy en condiciones de seguir vagabundeando cuando tengo que medicarme.

Un buen filete de pollo y un vaso de agua, un televisor encendido que no dice más que chorradas y mi madre cual señor feudal recluyendo a mi padre en los peores asientos. Venga, un trago más y me voy a mis dominios... ¿Enciendo la tele? Pasó, total no funciona. ¡Ya se! Voy a ahogarme en un poco de música, voy a oír tu descripción codificada en leves notas de piano, y que Bunbury me diga lo que he de hacer, que Freddie Mercury me anime un poco y Kurt Cobain me suicide...

Hasta la próxima, dicen algunos.