31.1.11

Atunes del ártico que vuelan cual golondrinas

Y otra vez ese maldito pescado congelado encima de la mesa, con ese sabor a poco más que aceite de freidora casi industrial. Y vuelvo a lanzar la misma mirada de siempre a mi madre, eso que lanzo cuando cocina algo que sabe de sobra que aborrezco.
Pero me callo y me lo meto una vez más en la boca, como si no pasara nada. Que sí, que es lógico que mis padres sepan poco de mí, ya que me tiro el día encerrado en mis cosas, pero vamos, que no recuerde que el pescado congelado me es espantoso al paladar o que hace unos días fui a hablar con el orientador.
Si no llega a ser por un folleto enorme con letras remarcadamente blancas que decía, mas bien gritaba: "Historia del arte"... Pero aún así no llegó a hilar las cosas que dije (Lo que yo achaco al trabajo y a que vienen cansado y sin ganas de escuchar a un joven con altas dosis de hormonas en vena) y tuve que explicarle que había decidido estudiar eso y volverme, por raro que parezca, profesor.

Profesor, ¿Quien me diría a mi hace dos años que terminaría estudiando para eso? Una locura, que me voy del instituto, que me voy a otro, que tengo que estar dos años, que luego me voy a otro lado, que tengo que estudiar a la vez un modulo porque según el orientador tengo capacidad y un montón de cosas más que me dejaron como mínimo estupefacto.
Pero aún así dejare claro que seguiré luchando por hacerme un hueco en el mundo del cine [Que ya preparó mi primer corto] y por eso estudiaré un modulo para coger practica en el eso.

En definitiva, que ni me gusta el pescado congelado ni que mi madre no se entere de lo que voy a hacer con mi futuro...
...El día que le diga lo de la granja.

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