7.1.11

Me asustan los niños pequeños

Mírame, son las cuatro de la madrugada y yo sigo aquí, con unas enormes ojeras, una película reproduciéndose y la tenue luz del ordenador iluminando mi cara.
Un reloj francés resuena en cada silencio, un reloj que aún me recuerda que el tiempo sigue su pesado caminar. No se si seria una indirecta por parte de quien me lo regaló, quizás me vio muy relajado.
Un post-it en la pared me recuerda que en breve volveré a vivir una nueva aventura con la chica de las converse azules, de esa que ya te hablé. Sigo pensando que está loca, pero es una locura agradable, de ese tipo de locura con el que simpatizas... Un completo vórtice de entropía.
Y el reloj sigue resonando entre escenas de acción, y miro a un lado, a otro y solo tengo ganas de quedarme sentado mirando a la oscura pared.
Ya llevo mucho tiempo sin verla, ya llevo mucho tiempo sin dirigirla una sola palabra, pero creo que me empiezo a acostumbrar y ya siento poco. Mi pobre corazón ya no rebota en mi pecho a su paso, ahora sigue con sus tempos relajados tan típicos en mi.
Noventa y nueve globos rojos, un completo desastre animal y no puedo ganar. Cuando el sol se va yo sigo despierto... Música, mas música, no paro de hablar de música, cada día escucho más música, música antigua, música moderna y un vinilo con ruiditos que le dan un toque bonito a la música.
¡Uf! Pensarás que estoy loco, no te lo voy a negar, por eso busco esa foto que nunca hice, la busco entre mis cajones y estanterías, entre mis libros y mis películas, la busco en mi pared y nada, no la encuentro. Tal vez nunca la hice...

Estoy buscando una foto, nada más que eso.

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